VI
lo que quiero que me diga
nada más que lo que quiero
se mece ahí en un instante
se muestra ahí en silencio
el desorden de las palabras
VI
lo que quiero que me diga
nada más que lo que quiero
se mece ahí en un instante
se muestra ahí en silencio
no importa qué se diga
–dice- y todo queda ahí
tendido sobre la nada
nadie sabe nada sabe
los profesores –por fin-
se quedan sin perorata
se preguntan azorados
qué continge cuando un
paréntesis queda rengo
es la cosa más terrible
nos abre a la nada
nos llena de espanto
se nos aparece
inundándolo todo
todo y nada es lo mismo
el mundo pierde la prisa
no tiene dónde ir se apaga
no sé qué pasa nadie sabe
palabreo sin fin sin fondo
cuando los paréntesis
quedan a medio hacer
nada encierra
amontona las
palabras que
se sostienen
en la noche
sin costuras
arrojadas
queriendo
torpemente
decirlo todo
de la noche
desbordada
se abisman
las imágenes
inquieta mímica
sin gesto ningún gesto
una fugaz presencia
interrumpe toda cuenta
el cansancio nada espera
nada resuelven algo se fuga
tironea la trama que lo retiene
se expone al silencio que estalla
IV
huelgan las razones hoy nadie
se detiene a esperar mejor así
no más altares abajo el trabajo
amor dolor deseo no palabrean
insurrección hacer trizas el aura
sabotaje interrumpir la máquina
líneas de montaje de intensidad
en sordina ensamblan la libertad
III
ojos agrietados la noche
en el bullicio se derrama
un hospicio las palabras
placeres risas enlatadas
siluetas estalladas olvido
ojos escrutantes ladridos
policías preocupan calles
miedo enardecido privado
manos estrujadas miradas
muros cercos empalizadas
a los asuntos de cada cual
ocupa tu puesto prepárate
consume enloquece muere
estrepitoso ruido nos envuelve
una cáscara de piruetas la tevé
II
la noche estallando en silencio
en silencio la noche estallando
trasuntando esquivas imágenes
sin hilo desenlazadas pululantes
tijeretazos mutando el tiempo
henchido de muchos tiempos
amputan garabatos a la nada
cuánto dura esta noche
dónde están sus pliegues
y más allá de ellos qué
y más allá de ellos qué
cuántos se pierden en ella
consumidos por el fuego
en ésta deshilachada noche
dando vueltas y más vueltas
quién se obstina en vigilar su trama
no más tomar sus hilos sacudirla
arrancarle lo que puede
tironear todos sus nudos
desgarrar sus costuras
hacer puntada sin hilo
mostrarles la hilacha
como si éstas palabras
pudieran asir lo que no
pueden lo que no pueden
acaso es la nada quien grita
qué cosa en ella nos seduce
al arrojo al abismo a la deriva
a la más pura pérdida sin cifra
una desbandada un abandono
I
con el murmullo de
las hormigas
un silencio
moquea
–el muy llorón-
mientras la tarde
se estrella
a cascotazos
y uno a uno
se derraman
a borbotones caen
los pedazos desnudos
del tiempo que se mece
en el tiempo sin tiempo
absurdos pasmosos
inasibles se escapan
y su destello azul
derrite mis ojos
las hormigas sigilosas hacen su trabajo
las muy idiotas se llevan la tarde a cuestas
sepa que no se detienen no cómo hacerlo
si así lo dicta la comunidad no te detendrás
nadie que las observe nadie que las oiga no
sin vacilar sin demora alguna arrean
juntan los cachos desparramados
uno a uno amontonan los restos
no hacen ruido ningún ruido
silencio la reina duerme
y harapientos lacayos
la arropan la arropan
mientras ella sueña su sueño de seda
un febril anhelo de ella se adueña
interrumpe su plácido letargo
entre algodones y terciopelos
una impaciencia un zarandeo
por toda ella un cálido hormigueo
que la consume en silencio
que la envuelve en silencio
y que no puede confesar
y que no puede confesar
furibunda y perversa lo desea
gimotea nunca pudo el olvido
sus ojos nunca supieron
por su cuerpo un temblor
por esa hormiga jacobina
por esa hormiga jacobina
–soberana diversión-
llamada marat
ciudadano marat
al que aclaman y reclaman
tumultuosas multitudes
sin patrón sin medida
como su majestad
que entre sollozos
con su fina boca de reina
pide a la negra espesura
donde el cielo tiene lugar
oh padre mío yo te pido
escuches mi ruego yo te pido
haz que vuelva que vuelva
esa hormiga voluptuosa
plena cuyo ardor deseo
sin desmayo mi cuerpo
cual ofrenda le entrego
muy en el fondo
sé que el fondo
no tiene más fondo
como una caja
de ésas cajas
humedecidas
desfondadas
como ese niño
triste sin un fondo
al que salir a jugar
a potrear a patear
como una casa
sin fondo ni jardín
así me encuentro
tocando el fondo
tocando el fondo
con mis manos
con mis pies
aferrado al fondo
con todo mi peso
está bien lo sé
y no me quejo
y no me quejo
no hay más allá
-dicen- del fondo
sólo un fondo
sin fondo
sin fondo
en el que
abismarse
sin tocar nunca
ese fondo allá
lejos en el fondo
sin fondo sin fondo
los ojos
perderme
en esos ojos
sin fondo
perderme
en esos ojos
y nada más
y nada más